Alfredo y Fernando querían ser alcaldes sin importar el precio y solo Francisco tuvo el valor de denunciar sus malos actos, dando su vida en nombre de la verdad.

Era un pueblo calmado y pacífico, no había rastro alguno de violencia hasta que un oscuro día de Abril todo cambió, Alfredo y su familia eran dueños de todos los cultivos de café de la región y aunque eran muy adinerados, el pueblo entero los quería, él era un hombre alto, grande y con un gran bigote. Al otro lado de la ciudad se encontraba Fernando, era igual de grande que Alfredo pero muchísimo mas temible y todos en el pueblo lo reconocían pues llevaba un parche en el ojo izquierdo, nadie nunca se atrevió a preguntar que le había pasado. Los dos tenían algo en común: llegar a ser alcaldes de su pueblito, con escasos 150 habitantes quien fuera el alcalde sería el rey y señor de todo lo que allí se cultivaba.

No paso mucho tiempo después de iniciada a campaña para que se empezaran a escuchar rumores sobre la compra de votos o la amenaza a campesinos para votar por Alfredo o Fernando, cosa que no era del todo falso.

Era el día de las votaciones y todo el pueblo esperaba ver triunfante a su candidato, habían opiniones divididas pues la campaña había sido muy polémica, después del conteo de los votos, Francisco, el abogado mas prestigioso del pueblo, quién siempre vestía negro, era el encargado de pronunciar al pueblo el veredicto final; el ambiente estaba tenso y el pueblo sabía que ganara quien ganara algo grande se iba a formar pues ninguno de los candidatos estaba dispuesto a ceder el poder. Todos se llevaron una gran sorpresa al escuchar las palabras de Francisco: 'Hubo fraude, no hay alcalde', después de pronunciadas esas palabras se empezaron a escuchar disparos, la multitud corría y gritaba, hubo caos y confusión… Francisco cayó muerto por defender la justicia.