¿Permite la escuela del siglo XXI formar personas integrales a partir de la utilización de las TIC?


En este contexto sociocultural, la educación tiende a comportarse como un mediador entre el estado y la familia, definiendo la inclusión de diferentes miembros dentro de la escuela, permitiendo que el ámbito escolar sea un espacio privilegiado para el conocimiento y la intervención sobre los distintos fenómenos necesarios para la convivencia y el cambio social. Es por esto que el ingreso de las TIC en la escuela se vincula desde la alfabetización en los nuevos lenguajes, aplicando nuevos saberes y ajustándose a las demandas de trabajo en la sociedad. Estas exigen formar en capacidades para la comprensión y participación en esta realidad mediatizada, desde una formación tal que permita la vinculación de jóvenes y adultos capaces de realizar críticas constructivas y generar productos creativos.

Históricamente se le ha delegado a la escuela el trabajo de formar y proporcionar a la sociedad individuos capaces de responder a las necesidades que surjan dentro de la sociedad, buscando individuos que se moldeaban con respecto a las prioridades tanto políticas como económicas del momento. A raíz de esto las primeras propuestas educativas tenían como fin la repetición y la memorización, en busca de la automatización de los individuos, preparándolos para la realización de actividades de forma mecanizada y no humanizada, volviendo a los estudiantes tanto lentos como predecibles.

Sumado a lo anterior, el poder y apoyo familiar se veían relegados al hecho de obtener títulos, ya que la sociedad lo exigía, siguiendo una serie de conductas y parámetros establecidos sociopolíticamente, además las elecciones profesionales se convirtieron en una pieza fundamental de la educación, los procesos y tradiciones laborales familiares, donde por generaciones se repetía un fenómeno o tendencia.

Esto permitió un proceso evolutivo, donde las necesidades globales han permitieron ejercer nuevos cambios sociales, los cuales se reflejan en los modelos y tendencias educativas, centrando la educación del siglo XX en la formación axiológica de los estudiantes, como finalidad de la escuela garantizando mayores niveles de pensamiento, afecto y acción, permitiendo así individuos de mayores habilidades cognitivas, comunicativas socialmente y afectivas. Estos nuevos cambios en la humanidad, permiten en la educación la búsqueda de individuos equilibrados socio afectivamente, con mayor capacidad en el manejo de la información y con habilidades tendientes al reconocimiento y la aplicación de nuevas tecnologías en el campo de la comunicación.

De nuevo la familia y los centros escolares son los núcleos donde aprendemos a relacionarnos con los demás; son espacios donde los estudiantes comparten vivencias y aprende a ser persona en un sistema de valores basado en el respeto, la responsabilidad y la tolerancia. Las TIC forman parte de la cotidianidad de los niños y niñas: intercambiar tareas con sus compañeras o compañeros, compartir fotos de la última excursión en las redes sociales o intercambiar música es algo habitual en ellos y ellas. Los estudiantes de la actualidad son usuarias y usuarios activos de la sociedad de la información: ciudadanos y ciudadanas digitales que también van a incorporar este espacio en su aprendizaje. Las familias y los centros educativos tienen la obligación de guiarlos para que asuman sus responsabilidades, conozcan sus derechos y deberes. Nuestros estudiantes desarrollan sin prejuicios las posibilidades de la red: se mueven con agilidad por blogs, redes sociales o foros; se relacionan sin problemas con varias personas a la vez; tienen capacidad para entender los mensajes multimedia que reciben continuamente.

Además, se busca que la escuela sea un espacio donde se explore las diversas dimensiones del estudiante, que conlleven a una formación integral, rescatando su sentido ético dentro de la sociedad, tal como lo propuso Merani (1985): En suma, educar a nuestros hijos no es “formar un sabio” ni tampoco dejar crecer un “salvaje ignorante”. Educar es crear un perfecto equilibrio entre el individuo como un ser que piensa, razona con su propia cabeza y no con la de otros, y el grupo social que lo rodea, en el cual ha nacido y en el cual vivirá. Educar es formar un ser totalmente integrado tanto en el aspecto individual como en el social.

La tecnología se convierte así en un puente sólido pero dinámico para incitar y facilitar el acercamiento entre los diferentes niveles de la estructura escolar (el aula, el profesor, la escuela) y la familia, la comunidad, el mundo empresarial y las autoridades locales. Estos actores no solo tienen la capacidad de dar seguimiento a lo que sucede en la escuela por medio de la tecnología, sino que, además, ven en ella una manera de interactuar, de contribuir en la toma de decisiones, de exigir resultados, de proponer métodos alternativos y de negociar contenidos, costos y prioridades . Sin embargo, con la tecnología se propone repensar cómo capitalizar, evaluar y valorar el aprendizaje formal adquirido en la escuela y el adquirido fuera del contexto escolar, en el hogar, el autoestudio, la práctica.

Teniendo en cuenta lo anterior, existen diversas maneras de transmitir y difundir la información. Para la escuela del siglo XXI, es fundamental el trabajo con las TIC, ya que permite de esta manera a los estudiantes adquirir nuevos conocimientos y herramientas las cuales en su mayoría software libre que son esenciales en su desarrollo personal y profesional, para esto es necesario contar con el suministro adecuado de computadores, tablero digital, video Beam y una buena conexión a internet, permitiendo trabajos de forma presencial y virtual.

En cuanto al software libre (Moreno, Anaya y Hernández, 2011) se define como aquel programa informático en el que los autores han dado la autorización explícita en la licencia de uso para que las personas podamos utilizarlo, copiarlo, distribuirlo, estudiarlo y modificarlo. De modo más preciso, se refiere a cuatro libertades que los autores de los programas le entregan a los usuarios:

  1. Libertad para ejecutar el programa con cualquier propósito: comercial, educativo, etc.
  2. Libertad para estudiar y modificar el programa con cualquier propósito. Para ello es condición necesaria que permita el acceso al Código Fuente, que es lo que permite saber cómo está hecho el programa.
  3. Libertad para redistribuir copias del programa, tanto gratis como por un precio, con la condición de no restringir las libertades originales e indicar en dónde se encuentra la fuente original del programa.
  4. Libertad para distribuir versiones modificadas del programa, de tal manera que otras personas puedan beneficiarse con sus mejoras. Para esto se requiere que el programa modificado se entregue con una Licencia de Software Libre y hacer el reconocimiento a los autores originales.

Estos acercamientos al uso y aplicación de software permiten establecer en el vínculo social que este genera, donde se las personas que se acercan a estas comunidades tengan una actitud de aprendizaje autónomo y de colaboración, lo que significa que en estas comunidades se recibe en la medida en que se da. Existen empresas especializadas en ofrecer asesorías técnicas para el Software Libre, dando a conocer su filosofía relacionada con la mutua colaboración y el muto beneficio. Además el uso de este software permitirá que los estudiantes promuevan la cooperación, el valor de la libertad y el ajustarse al mundo tecnológico, de lo contrario si se acostumbran a utilizar solo Software Privativo, muy probablemente tendrá dificultades si en alguna ocasión tiene que utilizar un computador con un sistema operativo diferente.

Teniendo en cuenta lo anterior y volviendo a las TIC ,se dice que la Información y el conocimiento se difunden a través de la tecnología; casi de modo imperceptible, nos hemos vistos insertos dentro del mundo digital, “la presencia de procesadores digitales en la mayoría de los ámbitos de nuestras vidas es aceptada de modo casi natural” (Cabello & Levis, 2007), esto permite vincularnos y apropiarnos de nuestro entorno, ya que son los supuestos tecnológicos los que llevan a la sociedad a crecer y prosperar y más aun en las practicas educativas.

Las TIC son un valioso recurso de “apoyo” a las actividades docentes, pues la solución no está ni en los teclados, ni en una red, sino en la motivación docente y en la formulación de políticas educativas integrales que atiendan las necesidades de la educación para el siglo XXI, por ello se pretende desarrollar una propuesta de formación que aporte a mejorar la calidad de educación a través de las TIC, que permita devolver a los maestros el orgullo de serlo, y a la escuela su capacidad de formar ciudadanos, constituye hoy uno de los desafíos más decisivos que atraviesa la democracia de nuestras sociedades (Bacher, 2009). Estas nuevas propuestas se convierten en la herramienta del docente en el aula, y le permitirán ser parte activa y fundamental en la sociedad del conocimiento.

En la misma forma el avance de las competencias digitales no se logra de manera automática al hacer posible la utilización de herramientas TIC, sino que es necesario alcanzar habilidades relacionadas con tales herramientas además de una actitud crítica en la creación y utilización de contenido, privacidad y seguridad, así como uso ético y legal. De este modo, los estudiantes deben aprender a utilizar y ser creativos con las herramientas digitales y los medios de comunicación en diferentes campos temáticos, teniendo en cuenta las consideraciones específicas de algunas materias.

Además las aplicaciones informáticas de carácter multimedia incorporadas a las aulas aportan grandes ventajas, dadas sus múltiples funciones, desde la gran capacidad de almacenamiento y de acceso a todo tipo de información, hasta la posibilidad de representar modelos de sistemas inaccesibles. Con la llegada de las TIC, y sobre todo con Internet, los materiales didácticos y los demás recursos de apoyo a la educación se han multiplicado de manera exponencial y han mejorado sus prestaciones, facilitando la contextualización de los contenidos y un tratamiento más personalizado de los alumnos, así como una mayor autonomía y calidad en sus aprendizajes, ya que además de facilitar información, canales de comunicación e instrumentos de productividad para un mejor proceso de la información, actúan como instrumentos cognitivos que pueden apoyar y expandir su capacidad de pensamiento. Según Pere Marqués se pueden distinguir varios niveles de integración de las TIC en las aulas:

Además es de resaltar que tanto la escuela como la familia desempeñan un papel importante en la construcción de la identidad humana, así como la incorporación de un nuevo ser en la sociedad, dando importancia al trabajo mancomunado escuela – familia, acercándolos a una realidad donde se busca la cooperación y el dialogo en beneficio de la educación y el desarrollo del niño. En este contexto, familia y escuela han de ampliar sus horizontes, y aprovechar la oportunidad que los recursos tecnológicos ponen a su alcance, y no refugiarse en múltiples razones para justificar su escaza participación (Martín & Gairín, 2007).

En el caso de los docentes, se busca un convencimiento profesional o, cuando menos racional, de que una determinada innovación educativa de base tecnológica se traducirá en una solución más adaptada a la problemática didáctica que intentan abordar. Esto no significa, de ningún modo, que los docentes no puedan encontrar en las innovaciones tecnológicas una oportunidad para desarrollar su labor de forma mucho más interesante o, valga la redundancia, motivadora. Pero el criterio fundamental para los docentes es un criterio de motivación profesional: la solución tecnológica se adopta porque contiene la promesa de un trabajo más efectivo, ni más ni menos (ITL Research, 2011). Y este trabajo más efectivo se traduce o bien en un ahorro de esfuerzo o, decididamente, en una mejora de la calidad de la actividad profesional. Entonces se puede determinar que el objetivo final de Escuela, es la búsqueda de la calidad y de la equidad en la educación del siglo XXI. Es decir, formar, con los recursos que la revolución tecnológica pone al alcance de toda la sociedad, ciudadanos críticos, socialmente activos, cultos, cada vez mejor preparados profesional y personalmente y sobre todo hombres y mujeres buenos, libres, sabios y felices. Cualesquiera que sean las estrategias o las soluciones tecnológicas adoptadas, los criterios fundamentales de éxito de la transformación de una organización educativa por medio de ellas se basan en cuatro elementos: una estrategia bien definida, la disposición de los recursos apropiados, el liderazgo y, finalmente, la buena predisposición de todos los actores (Frank, Zhao y Borman, 2004).

Javier Alexander Guerrero Silva.

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